viernes, 14 de octubre de 2011

Lo que cuenta es la intención...verdad?

1. Acostumbraos al caos.

Llego tarde, siempre llego tarde a todo excepto a las citas (aunque eso sea mas por las ansias que por otra razón). A Francia no me quedó mas remedio que llegar a la hora o no llegaría. A esto debía de ser de otra manera. Hoy si que llego tarde. Incluso me traje mi reloj de bolsillo analógico para que mis inevitables retrases tomasen un aspecto mas mas literario y encantador, pero ahora se me ha parado. Mas, lo que cuenta es la intención ¿verdad?
Otra vez...

Hoy brindamos que por fín llegué, y con mas adelanto de lo que se puede esperar de mí, debo añadir.
Llegué a contaros como llegué a la ciudad gabacha que me servirá de hogar en los próximos 9...bueno, 8 ya, meses. Hoy estamos a sabado, oficialmente, puesto que me he repartido esta entrada del blog en una zona horaria un poco confusa (la noche confunde hasta a los ordenadores). Yo llegué aqui el jueves. Jueves 1. Jueves 1 de Septiembre. Ha pasado un tiempo razonable para que haya podido conjetar un mínimo de ideas de las que hablar en estas páginas. En realidad miles me han llenado la cabeza de conversaciones con mi yo interno. A veces me miran por la calle cuando hablo conmigo mismo, así que se me sea permitido expresarme aquí, tras líneas de pixelada tinta electrónica, por el bien de nuestros vecinos quesófilos. A sabiendas del furor laboral (ja!) que inunda los puestos de funcionarios en el mes de Agosto, me arriesgué a posponer mi entrega de documentos hasta el último minuto, y me salió mal. Ahora el karma me abofetea a contramano: la Erasmus no llegará hasta dentro de, al menos, 1 mes (el dinero en todo caso, que es lo que todos entendemos por la Erasmus. Otras veces nos vamos sin un duro y no le damos las gracias a la universidad). Mea culpa. Llegué tarde una vez mas. Pero en mi defensa, adjunto que siempre tuve la intención de iniciar un blog, y ahora tengo la excusa perfecta para acaparar un poco mas de cyberespacio.  Llego tarde, pero lleno de intención. Un mes entero de intención para ser exactos.

Pero ahora Beethoven me ayuda a mantenerme en línea. Podéis imaginarme vestido de batín corto, sentado junto al fuego crujiente de invierno en mi "chaise longue" con una copa de coñac (hispanicemos, coño!) en la mano y la música del sordo mas sonóro de la historia en el fondo, dilucidando las ideas que me vienen como por arte de magia a mi cabeza. Libros que empapelan las paredes de saber filosófico y literatura rusa. Pero me temo que la realidad no puede ser mas alejada. El fuego que ilumina la habitación es mi pantalla y en vez de calentar el jugo destilado del color de la miel, solo caliento el sillón de cuero al cual se adhiere mi espalda. Sí es verdad lo del batín, de vez en cuando. Pero creédme que es menos encantador de lo que uno puede imaginar, en parte porque suele ser de color rosa violáceo y en parte porque no es mío. Pero dejémos mis tendencias travestidoras para otra ocasión. También hay un poco de Nietzsche por ahí, y de Bulgakov, pero me temo que el casero nos ha prohibido que encendamos la chimenea. Basta!
Estamos aquí para que os cuente y para que vosotros, maravillados, sepáis de mis periplos por la galia.

Llegué a tierras de extraradio por medio de nuestros amadísimos, afables y amistosos amigos de Ryanair, pero ¿que os puedo contar de ellos que no sepáis ya?. Mejor olvidar lo que hay que olvidar.
Cómo bien dice mi amiga Tuc, de manera mas refinada, el nivel de canguelo encuentra un renovado y fresco aire para surcar los cielos de mis adentros cual golondrina esquizofrénica, rozando con sus plumáceas extremidades las paredes de mi estomago, así enrabietando al monstruo que no me deja dormir. Las infames mariposas hitlerianas. Aquella noche no dormí. No fue demasiado difícil perdurar, ya que a las 5 de la mañana debía estar en planta de todos modos. Cualquiera que haya ido de viaje sabrá lo que es levantarse con mas entusiasmo en las antípodas de la noche que a mediodía un sabado, cuando lo que te espera es una aventura.
Olvidé meter muchas cosas en la maleta, por supuesto, así que llegué tarde, pero bueno, ya lo tenía en mente. Tras un mutualmente frío abrazo me despedí de mi padre, ansioso por dejar atrás mi vida de rutina y empezar de nuevo en otro país....otra vez. El sedentarismo me llama y me atrapa y lo odio y no lo puedo evitar y ahora se me presenta la oportunidad de hacer el celébre borrón y cuenta nueva, empezar desde cero, esculpir el grisáceo manto del futuro con el dorado cincel del presente.

El sol salió mientras sobrevolavamos las nubes. Poco después chirriaban las ruedas de caucho del avión en el asfalto del aeropuerto de Marsella y 8 euros después arribamos a la estación de trenes de St. Charles, donde en breves partiríamos hacia nuestro destino final: Lyon. El tiempo de espera se caracterizó por su mundanidad. El excitamiento quasi-orgásmico que me precipita el viaje internacional (y en aqueste nuestro bello país ibérico, también el nacional) fue eclípsado por una fatiga roedora y sibilina. ¿Sospechoso de la causa número 1?  26 horas de lucidez contínuas.

Os habréis fijado en el uso del plural de las útlimas líneas. Los que me conocen directamente achacarían esto a un bipolarismo inherente, comunmente presenciado en mi persona. Entra aquí el personaje segundo de nuestra maravillosa historia: Clara. Siento decepcionar a algunos en diciéndoos que "no existe" susodicho bipolarismo (diagnosticado) y que en este caso es real. Y tan real. Es la realidad mas real que hay en mi vida en estos momentos. Ésta, su realidad hace que mi entorno me parezca mas real, y de nuevo siento si decepciono a algún romanticón meloso y babeante de lujuria pecaminosa que pensaba que el amor era todo vivir en el mundo irreal de la fantasía amatoria (o mamatoria, como lo vea cada uno). No. En mi mundo real está ella y me hace tener los pies en la tierra. Y mas adelante veréis por qué. Por ahora sepamos meramente que ella me acompaña a todos lados y es mi fiel escudera y compañera, y como suele suceder en estos casos, es mucho mas inteligente y lógica que el hidalgo maltratado por su propia mente. ¡Que Dulcinea ni que melazas!

Llevado por las alas quietas
En la melange de esta verborrea caótica que se vira en demasía me percato de un cansancio novel en este día. ¡Sea hecha, pues, la voluntad de aquel conocido Hypnos y secuéstreme la noche y que extinga la llama de mi concienca en esta velada íntima que comparto hoy con el mundo! Doy por cerrada esta introducción. Hic terminamus.
En disculpando la abrupta despedida me retiro al griterío inequívoco de mis sueños y pesadillas y os dejo desamparados en la cuneta de la curiosidad, deseando bulliciosos la llegada de una nueva entrega de esta mi aventura por la tierra de los baguettes y  los cigarrillos.

Una despedida sin adiós.

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