Ahé una jungla de papel, harta de
ansia, honrada en humildad. Haé! ¿Dónde va el hado de hace
eones?¿Hastiando de tanta hiniesta de tinta si vertir? ¡Que se nos
muere el hálito que esbozamos! Que los tiempos de antaño se nos
quedaron haraposos en el hangar. Que se nos queda como infante
hiposo tras la mordedura del hipnal hipnotizante, letárgico, a su
pesar, por padres malcriantes y ausentes criados. El hoyito que
hurgaron en la caliza pared de la verdad las figuras de años ha se
desmorona en negativa duplicidad. Está herida la hermosa divinidad,
hundida esperando esperanzada el clamar de los cantos bacanales de
nuestros dichos en dicha y dichosos palabrares.
Y yo lo sé, que no hace mas de un año
que este cansado lisonjero e hito viajante haló de un cabo el halo
de la sinceridad. ¡Ahó! Escuchadme. No dejemos que se hunda en el
helor el ahínco de nuestro candor. Hendid la pluma en el fino alba
para que brille sin pesar la clara luz de nuestras mentes que, no
como sol cualquiera, débese hiñir. Hacendística es nuestra
hechiceresca palabrería - no me toméis mal la majadería – que
dan trabajo al henchimiento de los molinos de papel. Heroica en
nuestro acabar (no tanto el trabajar ni el disfrutar por aquello de
nuestra condición), la hervorizante heteromancia que descifra al
vuelo el azar y hende su hacha, abriendo surco de azahar en las
tintas pestilentes del duro malgastar. Que digan los que dicen que en
agasajarse huelga humildad: eso para los Helenos de atrás o para
aquel hierosolimitano de antié que tanto nos dio que hablar a unos y
que alabar a otros. ¿No somos hulanos y menganos? Pues que vivamos
como hurones en huras, hiatos o hendiduras hurtadas a la mismísima
Hera. ¿Era así como rezaba?¿Cómo si no esperamos que se nos
escuche tanto como al canto de las bacantes y de los impresentables
que nos rodean? De alguna manera la atención habrá que
alimentar.¡Evohé!¡Huiche! Husmear, que viene de husmo, es huso que
sirve para hilar torciendo la hebra y devanando en él lo hilado:
sigamos este concepto a ultranza. Husmeemos en los anales del arte y
encontremos horra verdad, que como hucia os doy mi palabra -
palabreja de costoso reemplazar - y así nada tenéis que perder. Que
queden hojosos nuestros ojos en la hetría y letría del pasado, de
nuevo a comenzar. Que no hemos perdido nada, solo debémoslo
desocultar. Que sólo hay que hocicar a través del estiércol y ahí
una huerta lista a cultivar, pues vasto el huelgo de los que nos
precedieron con los tiempos de acá. Y así en una hoguera nocturna
al son de la luna y su baile celestial, contámosnos bulas y bulerías
e historias de las de pasar y creamos para el futuro un presente que
recordar.
Pero ¡ojo! No os
equivoquéis. Dirán las malas lenguas, hirmes en apalabrar a la
envidia en libertad, que aquesta palabrería no es sino tontería.
Dejémosles hablar, que sólo hablan y así no se ablanda el hiscal de esparto que constriñe la unidad de nuestra literatura. Para eso
estamos los que estamos, para herrar y errar y con la hierra de
nuestro candente hierro dejar en el presente un hoyo, holgado y a
moldear. Que no vacilo en mi pensar, no huyo al hesitar, pero mucho
menos aludo a los presentes y a los pasados. Puesto que la calidad es
una hilanza de honda dificultad, lean lo que arriba escribí y no me
llamen pretencioso, no soy bueno ni lo pretendo aparentar, pero sí
ansioso por mejorar el status quo que nos deja esta nuestra sociedad.
Y es a través de esta vacilante y huera calidad que resaltamos la
gloria honrada de nuestros terminados antepasados. No por hacer se
puede, y no por dejar de hacer, se pierde la ilusión. Que no tan
orgullosos somos como aquí aparecemos, sino que queremos iluminar
con nuestra ripiosa escritura el poder de la gloriosa literatura.